El suicidio es la segunda causa mundial de muerte en personas jóvenes y la novena a nivel global, pero los métodos para suicidarse varían en función de diversos factores geográficos y demográficos (edad, sexo, condición social, etc). Por lo general, la elección de las formas de suicidio suelen venir más determinadas por su accesibilidad que por la fiabilidad de la letalidad de la misma.
Aunque, como decimos, los datos son distintos según el país analizado y de si se trata de hombres o mujeres, entre otros condicionantes, sí se pueden establecer los métodos más frecuentes. Conocer cuáles son estas modalidades puede ayudar mucho al entorno de los potenciales suicidas a evitar situaciones de riesgo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó en 2009 el primer atlas de métodos de suicidio, bajo la dirección del Hospital Psiquiátrico de Zurich y en el que se analizaron un total de 56 países, incluido España.
Estas son las 10 formas de suicidio más frecuentes en el mundo:
Ahorcamiento
Ahorcarse es la forma de suicidio más común y accesible, con una mayor prevalencia entre los hombres. Colocarse una soga alrededor del cuello y colgarse desde una altura suficiente para que el cuerpo quede suspendido en el aire es una manera relativamente rápida de morir por asfixia, pero agónica, salvo que el fallecimiento se produzca por la conmoción del golpe si la caída es desde gran altura. La tasa de mortalidad de este tipo de suicidio se sitúa entre el 60 y el 85%.
Saltar al vacío desde un lugar elevado
Lanzarse al vacío desde lo alto de un edificio, un puente o un monumento es otro de los métodos de suicidio más frecuentes en todo el mundo, aunque concentra el mayor número de víctimas en las ciudades europeas. Aunque muchos presupongan que se trata de una muerte rápida y segura, no siempre es así y los suicidas acaban muy malheridos, a veces quedando en estado vegetativo, por no contar con el riesgo de hacer daño o provocar la muerte a terceras personas que pasen por debajo en el momento del lanzamiento al vacío. Solo fallecen entre el 35 y el 60% de quienes se precipitan al vacío desde un sitio elevado.
Envenenamiento por sobredosis de fármacos o pesticidas
La ingesta masiva de medicamentos, como los barbitúricos, que actúan como sedantes del sistema nervioso central, entra dentro de la tipología de suicidios con métodos blandos, entendiendo por estos a los recurridos por personas que buscan morir sin dolor o con poco sufrimiento.
Además, las sobredosis de fármacos o drogas presentan unas tasas superiores a otros métodos en cuanto a posible salvación, si la persona se arrepiente y pide ayuda o bien es encontrada a tiempo. Solamente entre un 1,5 y un 4% de las personas que tratan de matarse con este sistema lo acaban logrando. Esto contrasta con el dato de que este modus operandi suponga el 85% de los intentos de suicidio en el mundo desarrollado.
Suelen ser mayoritariamente las mujeres quienes eligen este tipo de formas de suicidarse y tiene una especial incidencia en los países nórdicos y Canadá.
El suicidio por medio de pesticidas supone casi un tercio de todos los cometidos en el mundo, si bien hay que tener en cuenta que afecta fundamentalmente a los países con más zonas agrícolas debido a su fácil acceso a los plaguicidas. En Asia y los países del Pacífico es muy frecuente mientras que en Europa, por ejemplo, su porcentaje es residual.
Armas de fuego
Pegarse un tiro es una de las formas más duras de darse muerte a uno mismo y de las que mayores tasas de mortalidad registra (entre un 80 y 90%). Es más habitual en países donde la compra y la tenencia de armas de fuego está a la orden del día, como en Estados Unidos y muchos países sudamericanos. El suicida suele dispararse en la cabeza, bien apuntándose en la sien o metiéndose el arma en la boca antes de apretar el gatillo.
Armas blancas
El uso de armas blancas para autoinfligirse la muerte es frecuente en los jóvenes. Cortarse las venas, clavarse un cuchillo en el corazón o degollarse son las maneras más recurrentes entre que quienes optan por suicidarse con objetos afilados o cortantes, como cuchillas, navajas o puñales. La muerte se produce por desangramiento.
Ahogamiento
Lanzarse al mar, no sabiendo nadar, o con algún peso adherido o atado al cuerpo para quienes sí saben, es otra vía utilizada para quitarse la vida. Una forma angustiosa de darse muerte.
Electrocutarse
Meterse en la bañera o en una piscina e introducir un cable conectado a la red eléctrica o tocar cables de alta tensión son los métodos más habituales de muerte por electrocución.
Arrojarse a las vías del tren o delante de un vehículo
Sistema de muerte autoinfligida en el que el suicida se arriesga a no lograr su objetivo, quedar gravemente herido y provocar un accidente en el que muera más gente. Por no hablar del trauma que le puede causar a la persona al volante del medio de transporte contra el que el suicida se arroje. Se incluiría también en este apartado estrellarse de forma voluntaria con el propio vehículo.
Asfixia con bolsa de plástico
El denominado suicidio hipóxico es la muerte por sofocación por una bolsa de plástico. Consiste en meter la cabeza en una bolsa de plástico y sellarla con adhesivos o cuerdas al cuello para asfixiarse mediante la inhalación de un gas inerte que se insufla mediante un tubo. Por lo general se recurre al helio o el nitrógeno porque ambos inhiben el acto reflejo de intentar evitar la muerte así como las convulsiones provocadas por la falta de oxígeno.
Quemarse a lo bonzo
Una muerte muy dolorosa. Consiste en rociarse todo el cuerpo con algún tipo de líquido inflamable, como alcohol o gasolina, y acto seguido prenderse fuego. Esta forma de autoinmolación se extendió a partir de los años 60 como una forma de protesta política.
Si conoces a alguien que esté buscando cómo suisidarse, o tú mismo atraviesas un momento difícil en tu vida, puedes asesorarte aquí para encontrar ayuda contra el suicidio.