Suicidios por el confinamiento. El coronavirus es capaz de matar por partida doble. Cada día que la población pasa confinada por la crisis sanitaria del COVID-19 aumenta potencialmente el riesgo de suicidio, hoy convertido en la primera causa externa de muerte en España, doblando incluso a las víctimas de accidentes de tráfico.
Así lo han alertado la Fundación Española para la Prevención del Suicidio y la Sociedad Española de Suicidología, que abogan por extremar las medidas de protección de la salud mental para frenar las cifras de una lacra que en nuestro país se lleva la vida de casi 10 personas al día.
«La reclusión prolongada en casa, máxime si es forzosa, puede fomentar los problemas de salud mental por aumento de cuadros de ansiedad, estrés, depresión o de conducta suicida, o por problemas interpersonales que puedan derivar en estos trastornos o llevar a conductas violentas», asegura el experto.
También pueden provocarlo «las consecuencias de la paralización de un país, de su actividad económica y laboral, en forma de quiebra económica futura de empresas y familias que pueden ser devastadoras a largo plazo para la población. Y no van a poder paliarse sólo con ayudas públicas», explica el presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio y de la Sociedad Española de Suicidología, Andoni Anseán.
El máximo representante de esta fundación lamenta que el Gobierno sólo esté siendo asesorado por expertos en inmunología y salud pública, a los que la prevención del suicidio «les toca muy de lejos».
A su juicio, esto le aporta al Ejecutivo una visión «parcial y sesgada» del problema de salud provocado por el coronavirus, que va mucho más allá del control de la pandemia y puede derivar en suicidios por el confinamiento.
«En las decisiones sobre la población no se están teniendo en cuenta otras dimensiones de la salud, especialmente de la salud mental, y los que batallamos día a día en el terreno de la conducta suicida sabemos bien las repercusiones que las decisiones políticas pueden tener en la salud mental de las personas», apunta Anseán.
En el caso del mantenimiento prolongado de la reclusión de la población y de la paralización de la economía del país, estas «pueden ser especialmente graves a medio-largo plazo, incluido el mayor riesgo suicida», declara el también representante nacional de España en la International Association of Suicide Prevention (IASP).
Para Aseán, lo peor no se producirá mientras dure la pandemia, sino que vendrá dado con sus consecuencias una vez haya acabado. En este sentido, ha puesto énfasis en la importancia de que se tengan en cuenta los efectos a largo plazo de las decisiones políticas, incluidos los posibles daños sobre la salud mental de la población y sobre la ideación y riesgo suicida en particular.
«La salud mental de las personas es frágil. Son sensibles a lo que ocurre en el entorno y les afecta directamente. Llamamos, por tanto, a una consideración de las medidas no solo en términos de abordaje de la pandemia del coronavirus, sino también a la luz de los efectos en términos de salud mental y riesgo suicida que pueden tener para la población», concluyó el especialista en atención sociosanitaria.
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