El trabajo de veterinario, como el de otras áreas relacionadas con la sanidad, atraviesa una fuerte crisis en los últimos años, lo que ha llevado a muchos profesionales a sentirse cansados, desesperanzados y ansiosos. Eso se está traduciendo en unos elevados índices de suicidios de veterinarios.
A pesar de ser una profesión vocacional, los sueldos bajos y las largas horas de trabajo, incluyendo guardias y urgencias, han contribuido a la tasa de burnout y suicidios en la profesión, que es una de las más altas en comparación con otras.
Las tasas de suicidio entre 2003 y 2014 de hombres veterinarios fue 1,6 veces mayores que la de la población general, según un estudio publicado en 2019 por la American Veterinary Medical Association (AVMA). En el caso de las mujeres era 2,4 veces más altas. En cuanto a los técnicos veterinarios, se suicidaron 5 veces más y 2,3 veces más si eran mujeres.
Esos datos previsiblemente habrán empeorado en los últimos tiempos a consecuencia del impacto que ha tenido la pandemia de coronavirus sobre la población en general y sobre los profesionales sanitarios en particular.
Otro de los factores que explica la alta tasa de suicidio de los veterinarios es que los encuentros con los dueños de las mascotas pueden ser problemáticos, ya que muchos esperan precios bajos y soluciones rápidas sin considerar el costo real del trabajo.
Esto, junto con la falta de apreciación por parte de la sociedad hacia la labor del veterinario, puede generar tensiones en la relación con los clientes.
Cuatro veterinarias entrevistadas para el artículo publicado por Hipertextual reconocen haber experimentado problemas psicológicos debido a la presión del trabajo. Aunque aman a los animales y a su trabajo, la falta de remuneración adecuada y el desgaste emocional pueden ser demasiado para algunos.
Envenenamiento con pentobarbital, el método más frecuente de suicidio entre los veterinarios
El envenenamiento fue el mecanismo de muerte más común entre los veterinarios que analizó la citada investigación, siendo el fármaco más utilizado fue el pentobarbital.
El pentobarbital es un fármaco barbitúrico de acción corta y duradera que actúa como sedante, hipnótico y anestésico. Es una sustancia altamente efectiva para provocar la muerte, por lo que se ha utilizado en la eutanasia de animales y, en algunos casos, en la eutanasia humana.
El pentobarbital se administra por vía intravenosa en humanos y por vía intraperitoneal en animales. Cuando se administra, el pentobarbital produce una depresión del sistema nervioso central, lo que provoca somnolencia, reducción de la ansiedad, relajación muscular y en algunos casos, convulsiones. También puede reducir la presión arterial, la frecuencia cardíaca y la frecuencia respiratoria.
La administración de pentobarbital para la eutanasia humana es altamente regulada y controlada en muchos países. En algunos lugares, solo se permite su uso en situaciones médicas específicas y bajo la supervisión de un médico, mientras que en otros países, la eutanasia está legalizada y puede ser administrada por médicos o personas autorizadas.
En la industria alimentaria, el pentobarbital se ha utilizado como un aditivo para piensos para animales, aunque su uso ha sido prohibido en muchos países debido a preocupaciones de seguridad y salud pública.
El uso del pentobarbital sigue siendo controvertido debido a su potencial para el mal uso y la posible toxicidad en humanos y animales. Es importante seguir las regulaciones y pautas establecidas para su uso, y siempre buscar la orientación de un profesional de la salud calificado en caso de dudas o inquietudes sobre su administración.
Limitar el acceso a medios letales como el pentobarbital para un intento inicial de suicidio puede salvar vidas, apuntan los autores del informe de la AVMA.
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